Estos son los partidos que valen la pena un viaje de 500 kilómetros, como harán muchos hinchas de Estudiantes desde Bahía Blanca, no solamente para ver la que puede ser una victoria histórica del albo, sino, en su defecto, para presenciar la última página escrita por un fenómeno llamado Juan Espil.
Si no se arrepiente, este quinto juego puede ser el último de la brillante carrera del escopetero, aunque con él en cancha, Estudiantes puede soñar con estirársela algo más. Sobre todo después del los dos últimos partidos, en los que promedió 21 puntos en el Casanova y se fue ovacionado.
Enfrente, en casa, Peñarol, el bicampeón que no tiene otra meta u objetivo que no sea el título y el tri. No le sirve otra cosa, ni siquiera perder la final 4-3. Y partidos como éstos lo motivan especialmente, más allá de que no sea el mejor momento del equipo. Dos de sus principales figuras no están bien: Gutiérrez, salvo el primer juego (25 puntos), no estuvo acertado en los tres siguientes y LaMonte directamente fue dejado en un segundo plano por Hernández. En esta serie no llega a los 15 minutos de promedio.
La carta más importante de Peñarol ha sido Leiva, por un lado (no tiene Estudiantes forma de pararlo y por eso lo defiende uno contra uno, esperando que no surja el resto), y los tiros de tres por el otro. Cuando no entran, se le complica, porque Pepe Sánchez saca de ritmo a Campazzo y entonces Peñarol no puede imprimirle al juego la velocidad que le conviene.
Será un duelo deportivo, un duelo de caracteres y un duelo táctico muy importante, porque a los dos equipos les convienen dos partidos distintos. El que logra hacer prevalecer el suyo tendrá alguna ventaja, aunque no toda. Peñarol no conoce la derrota en su estadio en playoffs desde la temporada 2008/09, cuando cayó en la última final ante Atenas de Córdoba.
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Foto : ligateunafoto
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